"El niño no es una botella que hay que llenar, sino un fuego que es preciso encender"

viernes, 12 de octubre de 2007

¿Dónde se fue el tiempo?


Para compartir con mis compañeros la definición de qué es el tiempo, he optado por adjuntar el siguiente cuento que he encontrado en la página de internet http://www.tuobra.unam.mx/


¿Dónde se fue el tiempo?
¿Qué es el tiempo?- le preguntó Manuel a su mamá, mientras ésta, apurada, le servía un plato de cereal industrializado, la expresión en el rostro de Martha se tornó en sorpresa, “¿qué clase de pregunta era esa?”, para un niño de cuatro años; molesta volteó a verlo y le respondió: “el tiempo es lo que me estás haciendo perder con tus tonterías”, Manuel se quedó pensando, moviendo la cuchara al centro de su plato decorado con Pokemón y dijo casi enseguida, “por eso mamá, por eso quiero saber qué es el tiempo, para dártelos y ya no los pierdas”.
Sin prestarle atención, Martha cogió al niño del brazo, le acomodo la mochila en los hombros y salió rápidamente de la casa. Camino al jardín de niños, Manuel notó que su mamá observaba constantemente el reloj que portaba en su muñeca izquierda, “ya lo tengo”-pensó- “ahí está el tiempo, si mi mamá observa tanto ese aparatito es porque ahí está el tiempo que se le pierde”. Así que cuando Martha se despidió, Manuel corrió a su salón de clases dispuesto a preguntarle a su maestra ¿Si podían arreglar la puerta del aparato que ciudaba el tiempo para que ya no se perdiera? Y cuál fue su sorpresa al darse cuenta que su dulce educadora, tampoco tenía tiempo.
Decidido a saber qué o quién era ese causante de tanto alboroto, espero la hora del recreo, y mientras las maestras se reían quién sabe de qué en el patio. Manuel entró al salón vacío, se acercó al escritorio de su maestra y ahí, entre pedazos de crayola, potes de resistol vacíos, estaba la casa del señor tiempo. Una casita chiquita, con su pastorcita y borregos al frente y en el medio un círculo de cristal, con tres líneas disparejas, la más grande actuaba de guardián, vigilando los lentos movimientos de las otras dos.
Manuel tomó la figura en sus manos, la observó, buscando por el señor o señora tiempo, le habló, más no obtuvo respuesta alguna, se asomó por las pequeñas ventanas y nada; así que, sin pensarlo dos veces, tomó la figurita y la azotó contra el piso, la pastora y sus ovejas salieron volando por el estruendo; el reloj del centro siguió caminando. Cuando llegaron sus compañeros y la maestra, el niño volteó a verlos y sólo dijo: “Aquí tampoco está, el tiempo se escapó cuando le abrí la puerta”.
Después de pagar el reloj, Martha se llevó a su hijo a casa de su abuela, lo reprendió por haber destruido la casita, prometió volver por él cuando terminara su turno en el supermercado. Manuel vio a su madre alejarse y le pareció aún más bonita con su uniforme verde que cuando se arreglaba demasiado para las reuniones familiares; en la que recordaba vagamente haber escuchado llorar a su abuelita por el tiempo que Martha desperdiciaba.
Recordó eso y fue con María, su abuela, y le preguntó: “oye abue, ¿qué es el tiempo?, ¿por qué la gente llora y se lamenta cuando lo pierde?, quiero saberlo, porque quiero que mi mami tenga mucho, tanto, que no se de cuenta cuando alguno se le escapa”. María miró a su nieto y le dijo: “Hijito lindo, el tiempo no existe y no lo vas a encontrar o atrapar de forma alguna, así no funciona”.
Le sirvió un vaso de leche y se sentó frente a él en la mesa de la cocina , y le dijo: “Tú eres el tiempo, detrás de ti hay un largo camino y tan largo como éste es, así es el momento en que estarás en este mundo; un espíritu llamado vida va tras de ti, alimentándose de cada momento que existes y depende sólo de ti como se alimente; hay personas a quienes les gusta comerse su camino de un solo trago; otros más despacio y otras más, quienes simplemente no caminan, la vida los rebasa y su tiempo se desvanece”.
Manuel la miraba incrédulo, “oye abue, y ¡por qué a mi mami se le perdió su tiempo?; María sonrió: “no hijo, a Martha no se le perdió nada, al contrario su camino estaba unido y de pronto se unió al tuyo; al principio no supo como compartir eso que era tan de ella: su tiempo, sus momentos, pero créeme que está feliz de tenerte caminando junto a ella: Algún día tu también harás tu propio camino, mientras tanto disfruta este camino, en el que eres un niño y no te importan las horas ni minutos, pues tienes a alguien más que se preocupe por eso, tu madre”.
“Y yo abue, ¿yo sabré compartirme?”; María tomó su mano y le dijo: “eso depende de ti, de cómo quieras que tu vida se coma tu tiempo”.


El motivo por el que he elegido este cuento es porque me parece muy adecuado, para mi opinión, para definir lo que es el tiempo para las personas. Todos disponemos del mismo tiempo, el espacio temporal no es más que lo que marca el reloj, lo que hace diferente al tiempo del que disponemos unos y otros es cómo lo utilizamos, qué hacemos cada uno con el tiempo que tenemos para disfrutar, aprovechar o malgastar a nuestro antojo.


El tiempo del que disponemos no es más que lo que nosotros mismos hacemos de él. Solo decir que el tiempo no se mata, todo lo contario. El tiempo se vive, cada segundo, cada minuto, cada hora que pasa es una algo nuevo, no se puede volver atrás, tenemos que pensar que podemos doblar la esquina y volver, podemos subir al piso de arriba y bajar, pero no podemos viajar al pasado y al futuro y después regresar, el tiempo pasa aquí y ahora y tú debes decidir qué hacer con él. Y aunque ahora parezca que pasa demasiado rápido como para darse cuenta, en cuanto tengais tiempo, parad un momento para recapacitar, para disfrutar. Dedicad 10 segundos para daros cuenta de vosotros mismos y luego seguid con lo que haciais. El tiempo, vuestro tiempo, os lo agradecerá.


No hay comentarios: